Por Ana Margarita Olivos, gerenta general Humana Consultores
Escribo desde la experiencia de una mujer, emprendedora, en sus cuarenta y separada que ha tenido que reinventarse en distintas etapas de su vida para sortear las dificultades personales, laborales y familiares. Esta definición, que pudiera provocar sesgos en la percepción de algunas personas, me permite ejemplificar lo que sucede con las empresas en tiempos de crisis: deben sortear las dificultades al mismo tiempo que se reinventan, no después.
¿En qué se anclan quienes pese a estar viviendo momentos complejos, siguen adelante con fuerza? En la convicción de “ser capaces”. Y esta convicción, que moviliza a las personas y organizaciones a experimentar la metamorfosis necesaria para adaptarse a los nuevos escenarios, es parte fundamental del modelo de resiliencia organizacional que estamos promoviendo en Humana Consultores.
Quienes hemos llevado adelante un proyecto empresarial sabemos que la experiencia es una montaña rusa permanente. Además de buscar el balance con la vida personal, necesitamos gestionar con energía personas, clientes y finanzas, mientras intentamos hacer coherente lo realizado con nuestros ideales y la responsabilidad de generar empleo que asumimos.
En este contexto, ha sido muy reconfortante fortalecer la cultura colaborativa de nuestra empresa. Creando una cadena virtuosa de apoyo mutuo y robusteciendo nuestras redes de contactos hemos podido tomar decisiones oportunas para seguir cumpliendo nuestra misión, adaptándonos al nuevo escenario. Así, hemos logrado ofrecer nuestros productos en la modalidad on line; crear nuevos servicios acordes a las necesidades de las personas y organizaciones que apoyamos; y contribuir con la comunidad de la que formamos parte.
Los recursos se han tornado escasos. Para los que seguimos vivos, el flujo de capital se ha transformado en endeudamiento. Las demoras en las promesas de pago han aumentado los intereses y el FOGAPE nos ha permitido cubrir los efectos de la crisis social, pero el escenario sigue siendo complejo también para nuestros clientes. Pese a ello, hemos conseguido llegar a nuevos clientes, derribando fronteras a través del espacio digital. Hoy, el mercado latinoamericano está a un clic de distancia, lo que nos ha permitido llegar a nuevos países y organizaciones que han acogido el apoyo que otorga nuestro modelo de resiliencia.
En este camino hemos observado distintas situaciones. Aplaudimos a las empresas que han comprendido que la solución no es despedir trabajadores, sino que apoyar a quienes están en primera línea. Los equipos de trabajo en terreno están desgastados, con miedo a enfermar y a perder la pega, pero siguen ahí. Algunas compañías han separado a quienes son más vulnerables físicamente, pero no han asignado a estos equipos nuevas tareas que los hagan sentir que siguen aportando desde otro rol. En este contexto es clave mirar la diversidad de nuestras organizaciones y generar soluciones también diversas.
Junto con diseñar estos procesos con nuestros clientes, hemos visto con satisfacción los efectos de contener emocionalmente a las personas, a los líderes, a los enfermos, a las trabajadoras. La creación de un sentido de comunidad ha sido clave y evidencia que un grupo de trabajo puede sostener mejor el buque, en lugar de que todo descanse sólo en algunos.
La conciliación entre la vida laboral, personal y familiar también ha sido un gran desafío. Conocidas son las cifras de mujeres que han sufrido mayor violencia, pero más ocultos son los datos de quienes han debido sostener la carga cultural de llevar la casa y cuidar a otros mientras trabajan. Los hombres tampoco lo están pasando bien. Muchos han dimensionado por primera vez lo que significa casa, hijos y trabajo al mismo tiempo. Otros, se han deprimido por la cesantía en tiempos de crisis, siguiendo los mandatos de nuestra cultura machista. La tarea de conciliación es mayúscula y es un indicador de las deudas que tenemos en materia de gestión de crisis.
Tampoco estábamos preparados para el teletrabajo. Aquí es donde la improvisación ha salido más fuertemente a la luz. Los que pudimos hacerlo necesitábamos más computadores y mejores sistemas de conexión entre muchas otras cosas. ¿Prefiere el teletrabajo o el trabajo presencial? Preguntan las encuestas a hombres y mujeres que con suerte están haciendo trabajo remoto. Convencer a los trabajadores que todo se puede desde casa es negar la realidad.
Asimismo, he visto con agrado organizaciones que acompañan a sus clientes internos y evalúan nuevas formas de cumplir las metas, sin embargo, también he visto otras que no ajustan sus KPI a ocho meses del estallido social y seis del inicio de la pandemia en el mundo. La capacidad reactiva no es lo mismo que la capacidad adaptativa.
No, no es tiempo de esperar. El llamado es a cuestionarse la forma tradicional de trabajar y utilizar las habilidades para reinventarse. El cambio no vendrá de líderes que quieran controlar la incertidumbre, nacerá desde los equipos de trabajo que sean capaces de crear, promover y difundir el propósito de su organización.
La resiliencia es un oxímoron. Mientras lloramos la partida de algunos y la enfermedad de otros, le damos espacio al miedo y, con él, a la convicción de que seremos capaces. Tanto las empresas (su estructura, estrategia y procesos) como las personas debemos anticipar, y tener un plan de gestión de crisis que nos permita cuidarnos al mismo tiempo que salimos adelante. Propósito, esperanza, recursos económicos, redes y colaboración, esa es la receta.