La psicóloga Ana Margarita Olivos, experta en resiliencia organizacional y gerenta general de Humana Consultores, da algunas pautas para enfrentar la violencia y el acoso laboral en tiempos de profundas transformaciones culturales.
“A mí me gustaría que me defendieran como Will Smith defendió a su mujer” es una frase que hemos escuchado con frecuencia desde el domingo 27 de marzo. Esa noche, el actor golpeó a Chris Rock en la cara en el escenario de los Oscar, luego de que el comediante hiciera una inapropiada broma sobre su esposa.
Para la psicóloga y máster en ciencias de las dinámicas organizacionales, Ana Margarita Olivos, esto es una alerta, pues cuando estamos naturalizando o minimizando un comportamiento violento a través de comentarios que justifican este tipo de actuar, tenemos que poner atención “es fundamental encontrar los sensores de la violencia en nuestros entornos, esas cosas que a veces pasan como broma”, señala.
Y en el trabajo esto es clave. Sin embargo, también constituye un proceso lento, ya que pese a que nuestro país ha adherido a principios y convenios internacionales que promueven la no violencia, en palabras de Olivos, “lo que cuesta es cambiar la cultura, y sus manifestaciones porque es una entidad viva que no se transforma de un día para otro”. Así, en los entornos laborales la tarea es identificar cuáles son los comentarios, conductas o situaciones que pueden pueden favorecer el maltrato o las conductas violentas, y elegir tratarnos bien. En este contexto es importante reconocer que existen tres formas de violencia: el acoso psicológico, el acoso sexual y la violencia física.
El acoso psicológico es, quizás, el más difícil de identificar, pero corresponde a toda conducta abusiva, consciente y premeditada que atenta contra la dignidad del trabajador o la trabajadora. “Lo más importante en estos casos es validar y acoger las denuncias. Luego, investigar y prestar los mecanismos de contención emocional y resguardo necesarios para quien pide ayuda, ya que cuando una persona sufre esto, no puede salir sola”, indica la psicóloga.
Olivos también aclara que no todos los conflictos corresponden a acoso laboral o maltrato, pues estas situaciones son esperables en el mundo actual “lo que sí necesitamos hacer es resolver los conflictos oportuna y adecuadamente”, agrega. Lo mismo ocurre con las evaluaciones de desempeño o las amonestaciones y sanciones “son herramientas que, con una justa administración, buscan facilitar el desarrollo de los equipos de trabajo, o evitar que se normalicen conductas que explícitamente no están permitidas en la organización para que los sistemas funcionen. Pero tienen que garantizar un trato digno, justo y racional”, dice.
Aquí se incluyen también los malos tratos asociados a sesgos por clase social, etnia, religión, capacidades diferentes o género, “hay algunos hombres que dicen ¡es que ahora no se puede decir nada!, pero esto indica que están conflictuados frente al cambio cultural” afirma la experta, enfatizando que estas conductas deberían ir cambiando si queremos adaptarnos al mundo actual, en el que el respeto por la diversidad es un valor.
Por otra parte, el acoso sexual ocurre cuando hay insinuaciones sin consentimiento que perjudican la situación laboral o las oportunidades de empleo de la persona que está siendo víctima de la situación y, aquí, “la clave es validar la frase que hemos escuchado tantas veces en la calle: no, es no, pese a las creencias culturales pasadas”, señala Ana Margarita. La violencia física, en tanto, perturba y afecta el cuerpo de la persona, por lo que es explícita y estamos hablando de que atenta contra el derecho a la vida.
Así, la invitación es a reflexionar sobre la forma en que queremos vivir y relacionarnos, pues a todos y todas nos toca hacer algo para promover el buen trato e ir construyendo poco a poco una cultura libre de violencia.