Abracemos el cambio desde la diversidad

El empoderamiento femenino es clave para incorporar visiones diferentes e innovadoras en la solución de los problemas que propone el mundo cada vez más incierto, cambiante e incomprensible en el que vivimos. Pero ¿cómo son las mujeres empoderadas? ¿Nacen? ¿Se hacen? Aquí te contamos.

Desde Marie Curie -primera mujer en recibir un Premio Nobel en dos categorías-, pasando por Virginia Woolf -escritora británica que se transformó en uno de los máximos símbolos del modernismo literario del siglo XX-, hasta Benazir Bhutto -pionera en ocupar el cargo de primera ministra de un país musulmán, Pakistán-, ha habido muchas a lo largo de la historia que han desafiado los cánones establecidos, produciendo oleadas de cambio que han hecho eco durante décadas, o siglos incluso.

Pese a que en general el entorno ha respondido con un “no, no es posible hacer esos cambios”, ellas han seguido movilizando las transformaciones. Pero ¿Cómo son las mujeres empoderadas? ¿Nacen? ¿Se hacen? ¿Puedo ser una de ellas? ¡Claro que sí! Al igual que muchas otras habilidades, el empoderamiento es algo que se puede construir, reforzar y, sobre todo, personalizar de acuerdo con la subjetividad de cada cual. 

Según la Real Academia Española empoderar significa “dar a alguien autoridad, influencia o conocimiento para hacer algo”, por lo tanto, el empoderamiento femenino representa esta toma de conciencia, individual y colectiva. De todas formas, el término es relativamente reciente, en efecto, se adoptó en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Pekín, 1995) comprometiendo a los países a impulsar un cambio a favor de los derechos de las mujeres.

Empoderamiento femenino en las organizaciones

Ser una mujer empoderada no significa repetir los patrones tradicionalmente masculinos, todo lo contrario, implica encontrar una forma única de inspirar y motivar al resto, desarrollando un estilo propio de liderazgo

Esto incluye saber comunicar para transmitir los mensajes adecuados, negociar y persuadir. De allí se abre la posibilidad de ser influyente, donde no solo cuentan las aptitudes profesionales, sino también la actitud necesaria para contagiar el empoderamiento en todos los niveles y convertirse en un referente. Las mujeres empoderadas también apuestan por la innovación, asumiendo responsabilidades por el cambio, saliéndose del rol tradicional, explorando nuevos caminos. Además, promueven el empoderamiento de otras mujeres, luchando por eliminar las barreras para sus colegas. 

En síntesis, el conocimiento técnico en todos los sectores es fundamental para desenvolverse como una profesional de excelencia, pero eso no debe ser barrera para el desarrollo laboral de las mujeres, a quienes muchas veces se les exige más en este ámbito, dudando de sus capacidades o sobre capacitándose, convencidas que deben saberlo todo antes de seguir creciendo en la escala jerárquica. Por eso es clave reconocer el conocimiento que tenemos, validarlo y generar equipos colaborativos para hacer frente a los desafíos laborales.

Lo mismo ocurre con las habilidades relacionales o de gestión, debemos dejar de llamarlas “habilidades blandas”. Éstas, pocas veces se enseñan en el ámbito, son las más difíciles de implementar y las que hacen la diferencia cuando queremos generar cambios. Finalmente, al igual que muchas mujeres que han tenido que desafiar los roles asignados culturalmente a través de la historia, tenemos que dar nuestra opinión, generar alianzas y, con ello, abrir espacio para voces diversas. 
El cambio es incómodo, pero debemos abrazarlo con todas sus complejidades para seguir avanzando, construyendo así la capacidad adaptativa de equipos con visiones diferentes, especialmente hoy, cuando el mundo se transforma vertiginosamente y las recetas antiguas, no sirven.

Por Ana Margarita Olivos. Psicóloga. Gerenta General de Humana Consultores

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