Conversar de salud mental con enfoque de género, un desafío urgente en tiempos de crisis

Nuestra realidad actual es lo que los expertos han llamado BANI (Brittle, Anxious, Nonlinear e Incomprehensible, es decir, frágil, ansiosa, no lineal e incomprensible). Esto hace más importante que nunca proteger la salud mental de nuestros trabajadores y trabajadoras.

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer invita a hacer este trabajo analizando el impacto del género en nuestro bienestar, para proyectar estrategias de cuidado más equitativas y resilientes.

En junio del año pasado la Asociación Chilena de Seguridad y el Centro de Estudios Longitudinales UC publicaron una investigación que indicaba que la salud mental en nuestro país había mejorado en comparación con los momentos más críticos de la pandemia. Sin embargo, a esa fecha los números seguían siendo desalentadores y con fuertes diferencias por género: mientras el 14% de los hombres presentaba indicios de problemas de salud mental, en las mujeres este porcentaje alcanzaba el 28%. También se observaban diferencias en cuanto a los síntomas generalizados de ansiedad.

¿Por qué ocurre esto? Una de las causas directamente relacionadas con el impacto del género en la salud mental es la sobrecarga que, en general, experimentan las mujeres al asumir mayores responsabilidades de cuidado, labores asociadas a la asignación de roles vinculados al espacio doméstico, el manejo de los afectos y la protección de otros tales como hijos, hijas y personas mayores.

Además, esta falta de repartición justa de las labores domésticas y de cuidado desfavorece el acceso al mercado laboral para las mujeres, espacio que contribuye a la realización personal y genera una mayor participación social, además de actuar como factor protector frente a la violencia de género. 

De allí que no podamos seguir viviendo como si el género no influyera en la salud mental de las personas. Y para cuestionar la neutralidad tenemos que ir más allá de los valores tradicionales sexistas y no equitativos en los que fuimos formados, lo que implica revisar las bases mismas de nuestra forma de vivir, día a día. 

¿Qué pueden hacer las organizaciones?

Carolina Bustos, psicóloga especialista en temas de géneros y Gerenta de Nuevos Negocios de Humana Consultores, indica que lo que necesitamos hacer es conversar de salud mental con enfoque de género, identificando las demandas que existen en la sociedad -y, en consecuencia, en las organizaciones-para mujeres y hombres, y las estrategias que podemos desarrollar en este contexto para un cuidado permanente.

“Esto incluye erradicar los prejuicios, estereotipos y roles sociales con los que funcionamos cotidianamente, algo que debemos hacer a nivel individual y grupal en las empresas e instituciones, es decir, es un trabajo que se hace justo en el centro de la cultura de nuestras organizaciones”, señala Bustos.

En este contexto es clave analizar los sesgos y juicios asociados a la expresión emocional en el trabajo, también con una mirada de género. De esta manera vamos abriendo espacios para que hombres y mujeres -y no solo ellas- desplieguen habilidades para gestionar sus emociones en los contextos laborales, generando dinámicas de contención emocional en equipos más colaborativos y resilientes.

La experta también indica que es importante generar instancias de reflexión en torno a la co-parentalidad en tiempos de pandemia y post-pandemia, en el contexto de culturas organizacionales orientadas a la igualdad de género “la co-parentalidad es una nueva forma de entender la maternidad y la paternidad, para que padres y madres trabajen como equipo en las tareas de crianza”, concluye.  

Columna publicada en Diario Financiero

Chatea con nosotros
Enviar Mensaje